19 Ago ¿Qué es un marino?
Es la sugerente pregunta que nos formula, ya desde el titular, el psicólogo Iago Torres: “Cada uno tiene un concepto, una idea de lo que es ser marino, y claro está, trata de ser fiel a esa idea. Quien eche de menos el hogar, valorará cada minuto allí, y quien se sienta fuerte, hará gala de su vigor. Quien lo disfrute como su vocación, no necesitará razones para embarcar, sencillamente, quiere hacerlo, y quien quiera prosperar, pondrá de su parte para ello”. Disfruta de este artículo sobre la idea que uno tiene de sí mismo.
Iago Torres Parada. Psicólogo General Sanitario y Psicólogo Jurídico-Forense.
Fundador y director de Self Psicología, en Santa Uxía de Ribeira.
¿Qué es un marino? Supongo que la respuesta, a bote pronto, parece sencilla, sin embargo, si la escribes de forma detallada en una nota, y un compañero tuyo hace lo mismo, la respuesta no será la misma. ¿Significa eso que alguno de los dos está equivocado, o incluso ambos? No, claro que no.
La idea que cada persona tiene de “un marino”, es única, por mucho que llegue a parecerse a otras. El lenguaje tiene limitaciones, y no siempre expresa fehacientemente algo tan abstracto como puede ser una idea.
La clave aquí, es que aún tratando de describir el mismo concepto, y coincidiendo cada palabra, posiblemente estemos hablando de algo, aunque sea ínfimamente, diferente.
Cada uno tiene una visión única sobre qué es un marino, a qué se dedica, y evidentemente, las consecuencias de tener esa visión concreta (qué define su competencia, su rendimiento, su compromiso, y la actitud apropiada para el desempeño profesional).
Para muchos, ser marino tiene que ver con trabajar lejos del hogar, para otros, es un esfuerzo que demuestra fortaleza. También hay quien lo ve como un oficio por el que sencillamente siente vocación, y quien lo ve como la mejor forma de prosperar. Y ninguno de ellos se equivoca.
Cada uno tiene un concepto, una idea de lo que es ser marino, y claro está, trata de ser fiel a esa idea. Quien eche de menos el hogar, valorará cada minuto allí, y quien se sienta fuerte, hará gala de su vigor. Quien lo disfrute como su vocación, no necesitará razones para embarcar, sencillamente, quiere hacerlo, y quien quiera prosperar, pondrá de su parte para ello.
Toda persona tiene una idea de sí misma. Muchas veces se compara con otros, pero al final, se comporta basándose en las ideas que la definen a ella, y no a las demás.
Así, siendo todos marinos, ¿no somos todos distintos? ¿No tenemos todos distintas prioridades, o distinta forma de trabajar? ¿No tenemos distintas funciones, y por tanto, distinta forma de medir nuestra eficacia? ¿No tiene el mismo mérito quien pone el rumbo que quien mantiene el motor del barco? Todos somos distintos, con distintas competencias y responsabilidades, y no por ello demostramos mayor o menor valía. Sencillamente, cada uno tiene un papel, y lo interpreta a su propia manera.
Claro que, habrá quien confunda esto con “quitar hierro” a hacer una mala praxis. ¿Si alguien no ayuda a alcanzar las metas comunes, hay que permitir que trabaje a su manera? Evidentemente no. Un grupo, sea de marinos o no, tiene un objetivo, y todos han de hacer por alcanzarlo. Quien no ejerza bien su oficio de forma consciente, posiblemente no tenga un concepto de marino con el que verse identificado, con lo que difícilmente tendrá una guía sobre cómo trabajar (no tiene nada que le importe, y por tanto, nada por lo que esforzarse). De poco nos sirve en la práctica definir lo que es ser marino, si no podemos encontrarnos dentro de esa idea. Si fuera el caso, animo a valorar qué es lo que considera importante en el trabajo, y qué puede aportar sobre ello.
Estas ideas no son muy distintas a las clásicas preguntas “¿quién soy?” y “¿a dónde quiero ir?”, claro que, adaptadas al área laboral. Son preguntas difíciles de contestar, pero fundamentales para saber dónde nos encontramos, y trazar un rumbo con el que acercarnos a nuestra meta día a día.