Reencuentros

Reencuentros

El secretario general de AETINAPE, Manuel Queimaño, realiza una sentida semblanza sobre el paso del tiempo y la recuperación de las viejas amistades profesionales: “Me ha ocurrido más de una vez encontrarme con algún conocido al cabo de un tiempo sin vernos, y después de llevar un rato hablando me doy cuenta de que no recuerdo su nombre. Lo conozco perfectamente y hablamos de cosas en común pero no consigo recordar su nombre en ese momento”.

Manuel Queimaño Piñeiro. Capitán de Pesca. Secretario General de Aetinape

Estamos en plena pandemia, ya no sé ni el número de oleada, si es la tercera o la cuarta del COVID 19 o si se trata de una nueva variante del coronavirus que nos está cambiando la vida y la forma que tenemos de entenderla y de vivirla.

Ya nunca volverán las cosas a ser como eran. Estoy convencido de que a mí y a los de mi edad ya no nos dará tiempo a volver a vivir del modo que lo hacíamos antes de que apareciera.

Ya se ha comentado muchas veces, lo que nos ocurre a la gente de mar en cuanto nos jubilamos: es como si desapareciéramos de la faz de la tierra. Por eso para mí, toma más importancia si cabe el encontrarme con algún compañero o amigo al que no veía desde hace tiempo.

Me ha ocurrido más de una vez encontrarme con algún conocido al cabo de un tiempo sin vernos, y después de llevar un rato hablando me doy cuenta de que no recuerdo su nombre. Lo conozco perfectamente y hablamos de cosas en común pero no consigo recordar su nombre en ese momento. No sé si os ha pasado alguna vez, pero para mí es una situación embarazosa y a veces comprometida. Lo mismo me causa alegría y satisfacción el caso contrario, es decir encontrarme con alguien que no veía desde hace mucho tiempo y de repente te acuerdas perfectamente de los momentos pasados juntos.

Habrá cosa de cuatro o cinco meses más o menos, no recuerdo bien la fecha pero era un jueves en plena pandemia, era día de mercadillo en Bueu. Estaban en vigor las restricciones y por lo tanto íbamos todos con mascarilla, sombrero o boina por la lluvia y paraguas.

De pronto nos cruzamos la mirada y nos quedamos mirando uno al otro ¡ Señor Manolo¡ me dice .

Últimamente a mucha gente se le da por tratarme de usted, lo cual me recuerda que los años van pasando, en fin ¡Usted es Queimaño no?. Claro digo yo y tú eres Agustín. Agustín El Andaluz -le respondo sin pensar- Creo que nos alegramos los dos al mismo tiempo, al comprobar lo bien que funcionaron las memorias en esta ocasión.

Charlamos un poco pues no teníamos mucho tiempo pues ya era un poco más tarde del mediodía y los dos llevábamos algo de prisa. Pero ese momento, ese pequeño encuentro fue suficiente para alegrarme el día, entre otras cosas porque me preguntó si me había pasado algo pues no había visto el artículo que suelo escribir en esta revista y que él lee asiduamente. Le dije que todo iba bien y que simplemente había cogido un mes libre más que nada para dar descanso a los lectores. (Con permiso).

Cada persona guarda los recuerdos de un acontecimiento de forma distinta a como los recuerda otra ante una misma situación, son cosas de la memoria. Y a Agustín El Andaluz yo lo recuerdo con cierto cariño debido a algunas circunstancias que nos tocó vivir juntos y también a su forma de ser.

Por aquella época yo estaba en el “María Eugenia G” y estaba la pesquería de Namibia en su segundo apogeo, y estaba conmigo un hermano de Agustín, se llamaba José. Estrenó el barco como engrasador y ya no cambió nunca de barco, estuvo navegando hasta que se jubiló. Al cabo de unos años me presentó a un hermano suyo que andaba a la pesca en el País Vasco pero que quería venirse para Galicia y me preguntó si le hacía una plaza, lógicamente le dije que sí aunque en aquella época no era muy fácil encontrar plaza. Eran los buenos tiempos en que teníamos unas tripulaciones magnificas. Este hermano se llamaba Manolo y sus anécdotas bastarían para escribir varios artículos, se hizo muy amigo de un hermano mío con una amistad que perduró muchos años. Creo que ya no está entre nosotros y solo diré que tenía un perro que se llamaba PATRÁS.

Una marea que estábamos faenando por Namibia me comenta José que tiene un hermano que aprobó el examen de patrón de pesca y que venía de timonel en no sé que barco.

A la siguiente marea me entero de que Agustín el Andaluz venía de Patrón de Pesca en el barco Piñeiro Correa. A todos nos sorprendió un poco pues lo habitual era seguir el escalafón, o sea de timonel ascender a Patrón de costa y después si había suerte y aptitudes pues a Patrón de Pesca.

Debido en parte a que tenía dos hermanos en mi barco y sobre todo a su forma de ser,-siempre optimista – Se nos hizo fácil entablar una relación profesional y también personal. Como es lógico -aunque no debiera ser así- También le salieron detractores y gente que no le caía muy bien, sobre todo por la tendencia que tenía de pasar “la nota de pesca “ demasiado ajustada a la realidad.

Agustín el Andaluz, según mi punto de vista fue de los últimos  Patrones de Pesca  hechos a la antigua usanza, es deci, que sin tener mucha idea  de lo que era el cargo de Capitán pero apoyado por algún compañero y empujado por el armador se decidió a coger el toro por los cuernos y tiró para delante. Hoy en día ya no se hacen así los Patrones de Pesca. Profesionalmente hemos coincidido en algunos caladeros pero siempre con el paso cambiado: es decir si yo llegaba el salía de caladeros.

Pero recuerdo especialmente la ocasión en que vino al caladero de NAFO, eran los comienzos de la época del Fletán Negro, y aun no había nada establecido y por lo tanto había mucha diferencia de capital entre barcos de la misma envergadura. Nosotros estábamos terminando la marea y Agustín había embarcado en el “Rocío”, un barco de porte medio, que ya había sido probado en distintos caladeros con no muy buena fortuna.

Como es lógico cuando se va de nuevo a un caladero hay que intentar conseguir la mayor y mejor información posible. Según comentaba después un compañero que la última marea no había sido de las mejores, estaban arranchando para salir de vuelta para NAFO se acercó por allí Agustín.

Estuvieron comentando los distintos entrampes que se estaban utilizando en aquel momento en el que nadie estaba muy seguro de cual era el mejor sistema. Estoy convencido de que sin ninguna intención Agustín hizo el siguiente comentario: “Yo no entiendo como dos barcos iguales, en la misma época y en el mismo caladero en una marea de tres meses un barco le pueda superar a otro en más de cien millones de pesetas”. El otro capitán torció un poco el gesto y le dijo que él tampoco lo entendía pero era lo que había ocurrido.

Cuando regresamos al caladero de nuevo después de descargar y del descanso -habían pasado casi dos meses- El “Rocío” llevaba casi dos meses de mar y creo que le llevamos algún repuesto, nada más verlo me dije, Agustín ya sabe como es posible que dos barcos saliendo en las mismas fechas para el mismo caladero en dos o tres meses uno aventaje al otro en más de doscientos millones.

Según me contó más tarde no habían tenido mucha suerte, y entre averías entradas en puerto y poca experiencia en la zona los días fueron pasando y cuando se dierón cuenta ya no había nada que hacer. De hecho regresaron a puerto y ya no volvió ni él ni el barco.

Como suele ocurrir en la pesca.- Cada vez que me despachan es para mejorar- decía un colega. El caso de Agustín no se si lo despacharon o no pero al cabo de algún tiempo me enteré de que había conseguido embarcar en un buen barco en la zona de Argentina lo cual me produjo gran alegría por él pues se lo merecía.

Por lo que yo se por allí terminó su vida profesional con honores. Hasta aquí es donde yo recuerdo y así es como lo cuento. Espero que no pase tanto tiempo sin vernos como la última vez y que me corrija si algo no coincide con sus propios recuerdos y lo subsanamos.

Un fuerte abrazo amigo Agustín,

P.D.   Aprovechando la oportunidad que nos brinda la revista, hago un llamamiento a los compañeros que estuvimos juntos en el curso de Preparatorio Puente en la Escuela Náutico-Pesquera de Vigo Almirante Nieto Antúnez  en el curso 1971-1972. Me gustaría contactar con todos los que sea posible y sobre todo me gustaría saber algo de un compañero de clase que no llegó a terminar el curso y se llamaba Antonio Rodríguez Baz, era de La Guardia. Si me lee por aquí pues dejo mi dirección de correo o si alguien me puede dar noticias- manoqueima@hotmail.com

Un abrazo a todos.