EL GRAN SOL ES UN PARAÍSO, COMPARADO CON LAS AGUAS AUSTRALES

EL GRAN SOL ES UN PARAÍSO, COMPARADO CON LAS AGUAS AUSTRALES

José Francisco García, mecánico naval

  

La Voz-26/07/2024-A. Gerpe-Ribeira

Carmela Queijeiro

El profesional de Ribeira, trabajador de una armadora de Chile con palangreros que capturan merluza negra, relata el desarrollo de esta pesquería selecta

Con una dilatada trayectoria en el mar, el mecánico naval de Ribeira José Francisco García trabaja ahora como inspector en la armadora Chilean Sea Bass, pero hasta hace unos años formó parte de la tripulación de sus palangreros como jefe de máquinas. La compañía cuenta con licencia para pescar merluza negra en aguas que administra la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos (CCAMLR), igual que el malogrado Argos Georgia Así que José Francisco García conoce de primera mano lo que supone faenar en el entorno de las islas Georgias, las Sándwich y el mar de Ross. Al preguntarle sobre la principal batalla que debe librarse en esta pesquería, el mecánico naval no lo duda: «Os mares nos que se anda, de moi mal tempo». Refuerza su explicación con una comparación de calado: «O Gran Sol é un paraíso comparado coas augas austrais».

Lo hace con el aplomo de un hombre que durante nueve años faenó en Gran Sol y que en el 2001 perdió allí a un cuñado, en el naufragio del palangrero Hansa, que se cobró seis vidas. En la zona austral hay que luchar contra el oleaje y el frío: «Entra a auga pola proa e cae como láminas de xeo que baten no barco coma se foran disparos, pum, pum. As bombas de auga non paran nunca e se está a baldear e a picar xeo constantemente». Las condiciones son hostiles, todo para capturar la preciada merluza negra.

Desde los arrastreros chilenos

Fue a finales de los años ochenta cuando la merluza negra comenzó a entrar en los aparejos de arrastreros chilenos dedicados a la captura de otras especies. El ribeirense apunta que «tratábana como desperdicio porque non se coñecía». Sin embargo, abundaba, y eso motivó que los barcos comenzaran a comercializarla. Se convirtió en una pesquería especializada en la que las capturas selectivas de los palangreros tomaron el control.

Aunque inicialmente tuvo salida comercial en China, Japón o Vietnam , el demandante hegemónico es Estados Unidos: «Grandes hoteis, complexos turísticos e restaurantes». Es un pescado gelatinoso y con mucha grasa, lo que motiva que sea escasamente apreciado en mercados como el nacional por la forma en la que suele prepararse aquí el producto: «Cómese á brasa, pero o ceviche é a elaboración estrela».

Las aguas australes, con bajas temperaturas y profundidades muy grandes reúnen las condiciones idóneas para que la especie abunde. Sin embargo, José Francisco García explica que también puede encontrarse por fuera de las 200 millas argentinas, en aguas internacionales. El problema para su captura en esas latitudes es la gran cantidad de cachalotes. En el entorno de las islas Georgias, donde estaba el Argos, los pesqueros lidian con las orcas y no porque estas los embistan, sino porque devoran la austromerluza.

A gran profundidad

A 600 o 700 metros puede encontrarse la también conocida como lubina chilena o róbalo de profundidad, pero la que buscan estos especializados palangreros está mucho más abajo: «Traballas a 1.500 ou a 2.500 metros, depende».

Aunque no ha estado en el Argos Georgia, José Francisco García subraya que se trata de un pesquero de alta eficiencia. Indica que incorpora un sistema automático de palangres que le permite lanzar muchos más que cualquier buque convencional. Al mismo tiempo, eso le da opción a trabajar con tripulaciones más reducidas. De hecho, el Argos Georgia llevaba 27 personas a bordo y José Francisco García explica que en los de la compañía para la que él trabaja la cifra se incrementa por encima de los cuarenta.

La pesquería es selectiva y el producto alcanza cotizaciones de lujo. El promedio suele estar entre los 25 y 30 dólares el kilogramo (23 a 27 euros), aunque ya se sabe que el mercado es caprichoso. Los ejemplares, señala el mecánico naval de Ribeira, son de gran tamaño: «O 80 % van de 30 quilos para arriba» y su porte también es considerable, porque pueden superar el metro setenta.

Se trata de una pesquería estrictamente regulada, pero en el pasado fue protagonista de apresamientos en los que estuvieron implicados embarcaciones con capital gallego. José Francisco García asegura que eso ocasionó numerosos problemas porque «opeixe non valía nada»,pero afirma que en la actualidad esas prácticas están erradicadas.

También subraya que «antes era unha pesca de competición, o máis espabilado era o que máis peixe levaba porque a cota era global». En la actualidad depende de las zonas. En algunas, cada embarcación tiene su cupo. Así sucede en Georgias, aunque no en el mar de Ross. Asegura que en este aspecto se realiza un control estricto, con una pesquería que se desarrolla entre mayo y agosto.

También menciona las rígidas normas que deben cumplir los barcos a partir de la latitud 60 hacia la Antártida: «Non pode ir nada ao mar. Tódalas augas dos barcos están tratadas e non podes botar vísceras de peixes».

Sobre los  motivos de la vía de agua del Argos Georgia, dice que «pode haber moitos detalles, iso só o saben os que estaban a bordo». Como mecánico naval, explica que siempre temió fue «quedar sen máquina nun temporal e non ter capacidade de reacondicionar todo a tempo».

El naufragio del Argos Georgia deja una muesca más en su vida porque conoce a varios miembros de la tripulación, con los que compartió jornadas de pesca en las frías aguas australes.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/somosmar/2024/07/25/jose-francisco-garcia-mecanico-naval-gran-sol-e-paraiso-comparado-coas-augas-austrais/00031721910478466977569.htm?utm_source=whatsapp&utm_medium=referral&utm_campaign=share&utm_content=00031721910478466977569