2016-OTRO MUNDO ES POSIBLE

2016-OTRO MUNDO ES POSIBLE

Artículo ANTON LUACES

LA OPINION

No sé si es cuestión de fe, pero salida la frase de la boca de un hombre de mar -el presidente de la Asociación Española de Titulados Náutico-Pesqueros (Aetinape), José Manuel Muñiz en un momento de evidente emoción y ante casi un centenar de asociados- mucho me temo que ha habido de todo un poco. Pero seguramente no ha sido la fe la que más ha pesado para considerar que el mundo de la pesca es mejorable y el mundo de la mar se puede cambiar a mejor.

La mar no necesita de grandes esfuerzos de comprensión para entender que el actual estado de sus pesquerías es mejorable. De hecho, Bruselas pretende mejorar en aspectos de sus normativas porque ve que, de no poner remedio de forma tajante a cuestiones como la subvención al desguace de barcos, la UE pierde buena parte de su identidad marinera, algo que aquí, el arriba firmante ha dicho en numerosas circunstancias.

Si se destruye empleo en la mar, ¿cómo piensa la UE fijar población en la franja litoral de los países miembros que disponen de esta? Sin ir más lejos: ¿Van a absorber las grandes poblaciones de Pontevedra, A Coruña y Lugo los excedentes de mano de obra especializada en la pesca y su tratamiento que, por carecer de trabajo abandonan los pueblos y villas de la veramar?

Esa inmigración obligada se ha promovido -y promueve- por el desguace de barcos.

Si a ello se une el apoyo claro, rotundo, potente, tanto de la Secretaría General de Pesca del Ministerio de Pesca como de la Consellería do Mar de la Xunta, a la acuicultura y, a la vez, se recortan las posibilidades de pesca tanto en aguas interiores como exteriores de los barcos gallegos, ¿qué otras posibilidades de trabajo dejan a quienes han llegado a creer que la Política Pesquera Común (PPC) era la tabla de salvación en el naufragio de la pesca en Galicia? ¿Creen que se resuelve el problema con diez o quince puestos de trabajo que se crean en cada piscifactoría para engordar salmones?

Estoy seguro que José Manuel Muñiz, presidente de Aetinape, no se refería a este como ese «otro mundo posible», porque no es el mejor para un futuro cada vez más presente. De ahí su emoción porque, creí entender en Cangas, recientemente, el futuro se le atragantaba y no le pasaba fácilmente por el paladar de historia asumida.