Pesca artesanal gallega ¿Geolocali…qué?

Pesca artesanal gallega ¿Geolocali…qué?

Xosé María García Palmeiro reflexiona sin cortarse, como siempre, sobre la decisión de la UE de geolocalizar a las embarcaciones artesanales de más de 4m de eslora. Desconozco lo que Bruselas desandará en este caso, pero no estaría de más alguna reconsideración. Al servicio de las mujeres y los hombres de la Galicia marinera que, cada día, miran su mar y miman su despensa para poder regresar nuevamente, geolocalizando andares y desandares en ese eterno camino de vida y de futuro.

Xosé María García Palmeiro. Periodista. Socio de Honor de AETINAPE

Pensaba, en mi ingenuidad, que estamos algo más que controlados y vigilados, que somos seguidos, más allá incluso de lo imaginable. Mayormente a través de ese soporte de comunicaciones y otras múltiples funciones conocido como teléfono móvil, en puridad un teléfono transportable que nos conecta a la red telefónica pública a través de una estructura inalámbrica. Lo pensaba yo y seguramente también los pescadores artesanales,  de bajura, y las mariscadoras de mi tierra gallega, pero está claro que no contábamos con la Comisión Europea en su particular empeño, seguramente digno de mejor causa, por modernizar y armonizar los mecanismos y las formas de control pesquero.

El nuevo reglamento, todavía en estudio, apunta también a las embarcaciones de más de 4 metros de eslora, mayoritarias en la Galicia líder en kilómetros de costa y en rías, altas e baixas, esas hermosas, gratas y nutricias presencias del mar, deseoso de visitar la tierra que con él convive más allá de la memoria vivida, sentida y documentalmente servida.

 ¿SENTIDIÑO?

Ocurre que esas embarcaciones -más de cuatro mil en Galicia, unas mil sólo en la ría de Arousa-  deberán estar geolocalizadas, llevar a bordo una cámara y mantener un registro digital de las órdenes de desembarque. Embarcaciones con uno o dos tripulantes en su mayoría, obligados a multiplicar tareas y atenciones, al tiempo que faenan y afrontan, también en días favorables, los desafíos realmente existentes del inmenso reino de Neptuno. Me malicio que es demasiada tarea añadida a la carga de los trabajos y los días para varios miles de pequeñas empresas familiares a bordo.

Y el caso es que la pesca artesanal no está en Galicia exenta de controles, pero hasta ahora los procedimientos son asumidos por la cofradías y con las nuevas disposiciones recaerán sobre los trabajadores, quienes deberán cumplimentar las faenas marítimas y las tareas burocráticas. ¿Será mucho pedir que la presentación de los datos de capturas siga formulándose en formato impreso en las embarcaciones de 4 a 12 metros de eslora? ¿Será mucho pedir sentidiño (sensatez) al legislador?

Sostiene la Conselleira do Mar (de Galicia), que la flota de bajura y el marisqueo gallegos actúan con responsabilidad y aboga por flexibilizar las medidas contempladas en ese futuro reglamento controlador. Porque el nuevo esquema apenas si supone mejoras en el seguimiento de esas actividades, desarrolladas además cerca de la costa, y añade dificultades y complicaciones a esa flota. La Conselleira desea una normativa adaptada a la realidad de la flota artesanal y que no penalice al sector. A lo mejor debería informar y aleccionar más a sus pares en Bruselas, a propósito de las realidades y necesidades del sector pesquero.

Ese sector hizo sonar en puerto su protesta los pasados 26 de marzo y 14 de mayo y sigue a la espera. Algunos asuntos comunitarios caminan despacio, máxime en tiempos de la covid-19 que no cesa. Dizque el Parlamento Europeo está dispuesto a considerar una excepción sobre el uso de geolocalizadores para la flota artesanal gallega, pero habrá que atenerse a lo que puedan acordar y decidir la Comisión y el Consejo europeos.

“O mar anda que desanda,/ anda que desaparece”, escribió Manuel Antonio (1900-1930), gallego, además rianxeiro, y vanguardista poeta, también del mar. Desconozco lo que Bruselas desandará en este caso, pero no estaría de más alguna reconsideración. Al servicio de las mujeres y los hombres de la Galicia marinera que, cada día, miran su mar y miman su despensa para poder regresar nuevamente, geolocalizando andares y desandares en ese eterno camino de vida y de futuro.