ARTICULO ANTON LUACES-LA OPINION

ARTICULO ANTON LUACES-LA OPINION

La hipocresía viaja en primera clase

La UE es el primer importador de productos pesqueros del mundo.

Así de rotundo fue el pasado miércoles en Estrasburgo, el eurodiputado gallego Francisco José Millán Mon.

Esto quiere decir que los ciudadanos comunitarios precisamos más pescado para consumo que el que la flota de la UE captura en sus aguas. Y corrobora lo que tantas veces hemos dicho en esta página de LA OPINIÓN: necesitamos pescado y, sin embargo, desguazamos barcos por una política pesquera que nada tiene de «común». Salvo que lo común sea, para los políticos pesqueros de la UE, quemar nuestras naves para que nadie pueda pescar en Europa y contribuir con la importación a que los países terceros vayan a la hoguera de barcos siguiendo la traza del sector europeo.

Una pura hipocresía.

En la UE se necesita pescado, pero como al parecer queremos conservar aquello que nos queda en los mares comunitarios, preferimos achatarrar nuestras flotas y pagar a otros estados el suministro del pescado necesario para nuestra población.

Importamos y zanjamos la cuestión. Pero la importación de pescado cuesta dinero. Posiblemente más del que sería preciso para aplicar en los mares comunitarios planes específicos de recuperación de especies comerciales que permitiesen un paro temporal de las flotas afectadas y que estas y sus armadores y tripulantes pudieran recibir de las arcas comunitarias -nada nuevo bajo el sol- las ayudas estipuladas para las paradas biológicas que ahora no se hacen porque es más fácil aplicar TAC y cuotas y llevar los buques al más ignominioso despiece.

Este es el Plan. Y de paso obligamos a sobreesfuerzos pesqueros en otros mares y contribuimos -hipócritamente- a que se colapsen otros caladeros de los que los nacionales de los países implicados extraen lo que en la UE vamos a consumir.

Perdemos nuestra condición de países pesqueros y contribuimos a que países terceros sigan nuestra estela. Además de aplicar a la pesca importada bajos estándares sanitarios cerrando los ojos ante la laxitud de los controles que a las tales importaciones aplica la UE y que en nada se parecen a los que rigen para la pesca europea.

Más hipocresía andante. Los mercachifles mandan