CON LAS ACTUALES POLÍTICAS MARÍTIMO-PESQUERAS, ESPAÑA PERDIÓ 18.000 EMPLEOS MARÍTIMOS DIRECTOS EN 15 AÑOS
Europa continúa ensimismada en la burocracia y el gobierno de las élites económicas
El sector marítimo pesquero vuelve a mirar de frente a Europa con pesimismo y desesperanza, vistas las tímidas, frívolas y superficiales referencias a la actividad marítimo-pesquera que realizan los candidatos a las Parlamentarias del 9 de junio.
La realidad es que se trata de un sector en desbandada, que perdió en los últimos 15 años unos 18.000 empleos directos en España (que sumados a los inducidos superan los 100.000), sumido en la globalización y el cruel liberalismo, que ha sido conducido a la marginalidad productiva sin que Europa se preocupe más que por unas cuantas políticas decorativas.
Entre ellas, la de los tan traídos y llevados fondos estructurales, cuya aplicación se queda en un ejercicio de buenismo, pero que no son capaces de revitalizar ni el sector extractivo ni el transporte marítimo, víctimas de la deslocalización empresarial, la incorporación de mano de obra barata y los desguaces financiados con dinero público, mientras en las comunidades marítimas tradicionales se registran crecientes índices de desempleo.
Reorientar los fondos estructurales y aplicarlos a áreas más activas y dinámicas de la economía marítimo-pesquera es otro de los asuntos pendientes para que estos recursos provenientes de la solidaridad interterritorial europea sean útiles a las comunidades litorales que atraviesan la crisis actual.
El dominio de ciertos lobbies en Bruselas está tras muchas de estas situaciones, ya que se trata de una institución alejada del control ciudadano y cuya naturaleza democrática se basa en una mera formalidad. Sólo las élites económicas tienen poder real de influir en las políticas poco audaces de la UE.
Una Europa más social permitiría avanzar en caminos más interesantes para las comunidades marítimas, pero a la vista de la campaña electoral, la esperanza en ese cambio es mínima, y la humanización de las flotas es un espejismo cada vez más lejano.
Por ejemplo, en relación a la última ola de siniestros marítimos registrados en España, las miradas van a centrarse en los controles burocráticos de los buques, pero no en las duras condiciones que siguen existiendo a bordo, tras años de reivindicaciones y demandas. De existir una política social más activa de control de las flotas, serían más fáciles de detectar problemas humanos como el estrés laboral o la fatiga, extremos que la propia Organización Marítima Internacional (OMI) cita como una de las causas más frecuentes de la siniestralidad en nuestra época.