LAS AUTORIDADES NO COMPRENDEN A LOS TRIPULANTES DE LOS BUQUES

LAS AUTORIDADES NO COMPRENDEN A LOS TRIPULANTES DE LOS BUQUES

LAS AUTORIDADES

NO COMPRENDEN A LOS TRIPULANTES DE LOS BUQUES

Capt. Eduardo Cruz Iturzaeta

RECALADA

Revista de Divulgación Marítima

Nº 180/agosto, 2020

Una tarde tranquila y en calma, cómodamente sentados, miramos alrededor, nos fijamos y vemos muchas cosas. Cosas que nos alimentan, cosas que nos visten, cosas que nos dan energía y confort, que nos dan conocimientos, que nos divierten, que nos protegen, que nos ayudan a vivir, en resumen, que nos ayudan y facilitan vivir la vida propia y, de la misma manera, la de millones de personas en el mundo. Esas cosas tienen muchos nombres: bienes, productos, materias primas, energía, minerales, fertilizantes, equipamientos, servicios, medicamentos, ropa, etc., en una inacabable lista que muy bien manejan los aduaneros.

¿De dónde vienen esas cosas? ¿Cuál es su ruta desde su producción o extracción hasta la burbuja de nuestras vidas?

Caminos muy variados, es de suponer, miles de rutas que probablemente desde hace siglos han venido cumpliendo su propósito y han funcionado bien o muy bien, la mayor parte de las veces.

Las siguientes y en estas líneas las últimas preguntas son: ¿Cómo llegan esos productos a nuestras vidas?

¿Quién nos los trae? No son preguntas para averiguar o especular, son preguntas para tomar conciencia de una realidad que nos es ajena. No son preguntas abiertas porque la respuesta es conocida e indisputada: El 90% de todos los bienes, productos, etc., que necesitamos para vivir, progresar y disfrutar nos viene en barcos mercantes conducidos por los tripulantes que van a bordo. Dicho con otras palabras, la inmensa mayoría de todo lo que nos hace posible una vida útil, segura, sana, grata, eficaz, ilustrada, fecunda y divertida, fue producido o extraído en su origen, fue cargado a bordo de buques mercantes, en sus bodegas o tanques, traído por sus tripulaciones con seguridad y esmero, descargado en los puertos de llegada y luego transportados, en una o más escalas, para su transformación y puesta a

nuestra disposición.

Lo explica y detalla muy bien la periodista británica Rose George en su libro “NOVENTA POR CIENTO DE TODO – La industria invisible que te viste, te llena el depósito de gasolina y pone comida en tu plato” (Ed. Capitán Swing Libros S.L.). La autora cuenta que embarcó en Felistowe (U.K.) en un portacontenedores grande de la Maersk y desembarcó en Singapur. Su visión y sus descripciones son my interesantes porque son las de un “outsider” de buques y del transporte marítimo, pero que no es nada “outsider” en la consideración y valoración de las personas a bordo, sus trabajos y sus vidas.

Ese 90% ha sido citado por organizaciones muy importantes, OMI, OIT, UE, Cámara de Comercio Internacional, ITF, etc. Su contenido matemático es lo de menos. Porque el 90% de algo está muy cerca del 100%, o sea, del “todo”. Si tienes en cuenta esta cifra y vuelves a leer los primeros párrafos de estas líneas, tal vez no te sea tan ajena la imagen del camino que hasta tu casa ha seguido tu televisor o esa bonita blusa que has comprado a tu esposa.

¿Navegan solos los barcos? Por supuesto que hoy no y no lo harán por muchos años o décadas. Hay interesantes iniciativas para hacer que los barcos naveguen solos. Algunos afirman que la tecnología ya está lista y lo permite, pero aun no se conocen a fondo los detalles tecnológicos, quedándose por ahora más bien en proyectos. Para ciertos tráficos, por ejemplo en aguas resguardadas y en rutas cortas próximas a tierra, será posible que buques más bien pequeños, naveguen sin tripulación a bordo pero con una tripulación en tierra controlando todo. Pero no se reducirá mucho, en décadas es de prever, ese 90% de que todo lo que tenemos, viene por mar en buques mercantes tripulados.

Hagamos ahora un ejercicio mental, no carente de cierta base real. Supongamos que muchos, de los actuales tripulantes de buques mercantes abandonan sus empleos a bordo y consiguen trabajos en tierra.

No es una suposición tan descabellada porque así lo hicimos miles y miles de tripulantes de buques mercantes europeos y no europeos. ¿Quién nos traerá lo que necesitamos para vivir?

El petróleo crudo seguirá disponible en los pozos, los petroleros estarán listos para llevarlo a las refinerías. Pero las refinerías paralizadas por falta de materia prima. Nosotros seriamente afectados por falta de gasolina o diesel para nuestros coches, para nuestra industria, para nuestras necesidades, para nuestro confort. Siguiendo con el ejercio, resulta fácil extenderlo hasta sensibilizarnos de la importancia de lo que sería reducir y no llegar a ese 90% de todo lo que nos permite vivir, progresar y disfrutar.

Otra pregunta: ¿Son los tripulantes de buques mercantes “personas esenciales”? Conceptualmente sí que lo son, pero en la consideración de muchas autoridades no lo son en absoluto. Por las noticias de prensa, radio, TV, etc., los tripulantes de buques mercantes, todos con una formación que se acredita mediante certificados expedidos por los propios Gobiernos, que viven de su trabajo, que perciben un sueldo, que tienen un seguro, están considerados por algunos – bastantes -Estados, en la práctica, a nivel inferior que los que llegan en pateras en busca de un futuro o escapando de atroces presentes. Muchos de estos, por lo visto, logran entrar y quedarse.

El panorama de la operación de los buques mercantes, en todo el mundo, no es nada bueno ni permite optimismos infantiloides. Porque ese “90% de todo” también ha sido mordido por el C-19. Ya lo están sufriendo de forma inmediata y directa muchos marinos mercantes. Y no me refiero a contagios, atenciones médicas y fallecimientos.Ni tampoco a la economía de pavoroso pronóstico. Aunque contribuyan solo indirectamente al 90% de todo, no debemos olvidar aquí a los muchos miles de tripulantes de buques cruceros totalmente inactivos ahora. Ni tampoco a los de los pesqueros.

El problema más importante e inmediato es que los tripulantes no pueden, de facto, desembarcar por vacaciones y viajar a casa. Se estima que son entre 150.000 y 200.000 (cifras de la OIT),los tripulantes que han cumplido el periodo de embarco estipulado en su contrato de trabajo, a quienes se les obliga a seguir a bordo por prohibición de las autoridades para su desembarco o para que el buque pueda seguir operando, con o sin extensiones legales de su contrato. ¿Qué es volver a casa para un marino? La mayoría volvemos a casa todos los días, algunos lo hacen por semanas o más. Los navegantes tienen bien asumido que para ellos volver a casa no funciona así. Pero cuentan, con ilusión y ansias, incluso nerviosismo, los días que faltan para “volver a casa”. Pero ahora no pueden hacerlo y tienen que seguir a bordo.

El mecanismo del problema es fácil de entender y debería serlo también de resolver. Pero las autoridades se contentan con pasar el problema a otros, que lo repiten. Supongamos que es el Capitán o el Jefe de Máquinas o el Cocinero u otro tripulante. Su contrato fija el día o días que desembarcará y viajará a su casa de vacaciones, por haber trabajado a bordo durante meses. La compañía naviera envía a otro tripulante para que sustituya al saliente, se suele llamar “el relevo”. Así se viene haciendo desde siempre.

Pero el C-19 pone nerviosas a las autoridades. El relevo llega al puerto y las autoridades no le permiten embarcar y le obligan a hacer dos semanas de cuarentena en un hotel. Antes de que transcurran las dos semanas, el buque ya ha dejado el puerto y se ha hecho a la mar. Recuérdese que los gastos de un buque de tamaño medio en puerto pueden ser de varias decenas de miles de dólares al día.

O sea, el tripulante que tanto ansiaba volver a casa, se queda a bordo, su relevo sigue atrapado en una habitación de un hotel. Se sentirá fatal. La empresa naviera no sabrá qué hacer porque no sabrá con seguridad lo que decidirán las autoridades de todos los puertos que sus buques visitan. La esposa, hijos y familia de su ser querido que pronto iba a llegar, no sabrán a dónde mirar y qué hacer, porque él no viene y nadie sabe cuando vendrá. Esos más de 150.000 tripulantes que sufren esto, van acumulando demasiados meses a bordo, lo que tiene consecuencias negativas y pasa su factura de deterioro de salud y mayor agotamiento que dañan la convivencia a bordo y pueden comprometer la seguridad del buque.

La OMI, la OIT, la UE, la ITF, la Cámara de Comercio Internacional, la Confederación Internacional de Sindicatos y otras organizaciones y asociaciones, han pedido a los Estados que solucionen esto. También el Papa y el Vaticano han mandado mensajes para apoyar la resolución de este importante problema. La OIT ha emplazado a las autoridades migratorias, sanitarias y marítimas para que colaboren para reconocer a los tripulantes como “trabajadores esenciales” y establezcan “pasillos sanitarios” para ellos, porque son garantía del suministro de medicinas, alimentos y bienes clave. La OIT reconoce que desde Abril 2020 poco se ha conseguido y la situación empeora cada día. Nos recuerda todo esto a muy tristes situaciones vividas con los “polizones”. Aunque en un ámbito e importancia muy inferior, siempre resultó dura la legislación y su aplicación a los “polizones”, incluso en la nueva Ley de Navegación marítima. A los polizones no se les permite desembarcar y se quedan abordo, en principio para siempre. Se contaba que nunca había polizones en buques de ciertas banderas. Eran las “soluciones” extremas que algunos tomaban cuando los problemas de verdad no se resolvían.